Cuando los pájaros dejaron de cantar
y el sol se empecinó en no brillar,
cuando las voces de los desaparecidos
fueron ahogadas o acribilladas,
ni muchos ni pocos preguntaron
dónde estaban, no quisieron saber.
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Cuando comenzaron los pájaros
inquietos a revolotear sobre
infames espacios de sangre y terror,
intuyendo la atmósfera pesada,
ni pocos ni muchos preguntaron
porqué mataron tantos miles,
sólo quisieron saber porqué,
cómo algunos se pudieron salvar.
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Raquel Partnoy, marzo 2018
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